El Clan Sarakh
Los Sarakh son un clan antiguo y según sus historias y leyendas llegaron al norte cavando y cavando bajo la Columna hasta que un día decidieron salir de nuevo a la superficie. Fue entonces cuando descubrieron la belleza de la nieve y el hielo, su corazón había encontrado un hogar. Durante siglos han construido sus salones bajo las montañas, pero también estructuras en sus laderas más escarpadas, para que la nieve y el hielo las decore cuando llega el invierno.
Como sus primos sureños, son de carácter fuerte, muy emocionales pero leales y valientes. Aman el trabajo bien hecho, así como los objetos artesanales. Son capaces de dar información sobre el artesano solo estudiando su obra, lo que también indica que en su interior hay un ser enormemente sensible, pero las riquezas mundanas también ocupan un lugar en su corazón. Forma parte de su naturaleza.
Durante siglos combatieron a los dragones blancos de la región, a veces para echarles de sus cubiles y arrebatarles su tesoro, otras veces para defenderse, pero cuando desaparecieron se organizaron para explorar más a conciencia su nuevo hogar. Viajaron hasta las orillas del mar septentrional y trabajaron en nuevas minas expandiendo así su territorio y conocimientos sobre estas heladas tierras.
La Tribu de la Escama Blanca
Tras muchos siglos desaparecidos, los dragones regresaron a Zhirsanaq, pero no llegaron solos. Terminada la guerra que culminó con la Gran Lluvia de Fuego, los dragones regresaron a sus antiguos dominios, pero esta vez iban acompañados de unos seres que parecían dragones del tamaño de un hombre y que andaban sobre sus patas traseras. Estos dracónidos actuaban como esclavos de los grandes dragones cromáticos, guardaban el territorio de su señor y eran enviados a buscar comida, tesoros y prisioneros.
En una de las incursiones de los Sarakh y los elfos de Enmys descubrieron a estos dracónidos en el cubil de uno de los dragones blancos más grandes y peligrosos del norte. Los dracónidos cuando descubrieron que había intrusos se apresuraron para detenerlos, pero al ver que atacaban a su señor algo despertó en ellos y se unieron a los intrusos para luchar por su libertad.
Finalizada la contienda las tres razas entablaron un lazo de amistad, para liberar a sus iguales de otros dragones y durante años esto continuó así hasta que el último Escama Blanca fue liberado.
Sobra decir, que los dragones blancos tienen un odio antinatural tanto por sus antiguos esclavos, como por los elfos de hielo y sus pequeños amigos barbudos.
Los Ogros Norteños
Cuenta la leyenda que en
la antigüedad cuando aparecieron sobre Zhirsanaq los primeros seres humanos
estos se esparcieron por el mundo. Ghoraor los veía como pequeños animales de
poca importancia, pero que aprendían rápido y se le ocurrió una retorcida idea.
Capturar unos cuantos, para someterlos a su voluntad, y a sí fue. Viajó a todos
aquellos lugares donde habitaban humanos y capturaba a unos pocos, hombres y
mujeres. Los fue sometiendo a todo tipo de torturas hasta que quedaban
totalmente deformados, pero totalmente obedientes. Así nacieron los primeros
ogros que durante tiempos inmemoriales han aterrorizado a los hombres allí
donde vayan. Ghoraor fue al norte se fijó en las tribus bárbaras y decidió
continuar con su plan. Sin embargo, uno de sus sirvientes, Rowraek, un enano
Duergar viendo como los nuevos ogros complacían a su señor, sintió miedo de
perder su favor, pero también odio hacia su deidad. ¿Por qué necesitaba nuevos
sirvientes? ¿Los Duergar no era suficiente para él? Así que conspiró para
entorpecer el plan de su amo. Rowraek preparaba con pociones y emplastos a los
bárbaros capturados, cuando Ghoraor les torturaba resistían y se hacían más
fuertes. Esta situación contrariaba al dios, no se explicaba porque estos
humanos eran tan resistentes. Después de muchos intentos decidió eliminarlos
porque no se doblegaban ante él, pero uno de los nuevos ogros logró liberarse y
con la ayuda del enano logró liberar a los otros ogros y escapar hacia las
heladas estepas.
Ghoraor contrariado y ofuscado fue en busca de su hermano Ghodeir pensando que era
el culpable de la evasión dando comienzo a una brutal pelea, como consecuencia
de esa lucha se creó la Cicatriz, pero esa es otra historia.
Los humanos ahora convertidos en ogros no volvieron a tener contacto con sus antiguos congéneres hasta mucho tiempo después y solo por una casualidad. Ellos eran ogros ahora, jamás serian humanos de nuevo. Sobrevivieron y crecieron, crearon una cultura propia y desde entonces vigilan los bordes de la Cicatriz para evitar que los sirvientes de Ghoraor vuelvan a aterrorizar sus tierras.
Las Tribus Bárbaras
Los seres humanos se han extendido a lo largo de todo
Zhirsanaq, ocupando lugares que otras razas dejaron de lado durante mucho
tiempo. Los humanos son unos seres con una capacidad de adaptación increíble y
eso se puede ver en las tribus bárbaras que viven tan al norte.
Han tenido que luchar contra los elementos, animales, monstruos y dragones para
poder sobrevivir y lo consiguieron. Las tribus firmaron la paz entre ellas para
poder combatir a enemigos comunes, sobre todo a los Duergar que aprovechan los
días más oscuros del invierno para acercarse a los poblados para conseguir
nuevos esclavos.
Tras una de esas incursiones los Duergar habían capturado a varias decenas de
niños en Valle Gris y regresaban hacía en paso norte de la Cicatriz, pero el
hielo del río se había roto y les impidió pasarlo sin tomar un rodeo. Mientras
rodeaban el río se encontraron con un grupo de ogros que patrullaban la zona y
en retaguardia, un grupo de bárbaros que habían salido en su persecución nada
más enterarse de lo ocurrido. En esta situación los ogros que impedían la
retirada de los Duergar, los bárbaros se pudieron acercar. Fue entonces cuando
los ogros solicitaron que se liberara a los niños, los enanos accedieron porque
temían por sus vidas, pero una vez los liberaron los ogros cayeron sobre ellos
y terminaron arrojándolos al rio.
Así se forjó una nueva amistad y ambos pueblos volvieron a reunirse.
Aunque los bárbaros han tenido siempre una naturaleza nómada, a medida que su
número crecía terminaron creando asentamientos mucho más duraderos en los
diferentes valles y poco a poco fueron entablando relaciones con el resto de
las razas que habitan el norte.
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