primer capítulo
Con la desaparición de la Atlántida, el continente de Gark se partió en tres. Al hundirse, la isla sacudió violentamente los mares, olas gigantescas azotaron Gark, quebrándolo. Nacieron corredores inmensos de agua que separaron grandes extensiones de tierra.
Los pedazos de Gark floraron a la deriva hasta detenerse ya lejos unos de otros. Demasiado grandes para denominarse islas, dieron pie a nuevos continentes. Solo los más osados (o los más locos) pueden arribar en nuestros días a estas masas de tierra. Cruzar mar abierto, dejando la costa atrás, es peligroso. Así, Gark pasó a denominar el conjunto de tierras y mares, lo que quienes estudian las estrellas llaman planeta u orbe.
Los sabios y quienes dicen interesarse por la Historia fijan la estabilización de esas enormes masas de tierra como el inicio de la actual Era. Cuántos cataclismos (y por lo tanto cuántas Eras) hubo anteriormente nadie lo sabe. A la anterior Era algunos la llaman Era de Atlantis o Era de los Dioses Andantes. A la Era actual la llaman Era de los Mares o Era de las Naos. Otros, la denominan como la Era Rota o Desbaratada.
Claro que estas son discusiones de eruditos ociosos. Las personas comunes, preocupadas por el clima que riega o marchita sus cosechas, el mal gobierno que los rige y el desgaste natural de sus cuerpos mortales, no suelen prestar demasiado tiempo ni atención a estas elucubraciones. Sucede que algunas religiones niegan que hubiera Eras pretéritas y ven la Historia como un continuo que no puede dividirse en capítulos.
Lo que está claro es que las migraciones de personas han dado vida a nuevos asentamientos y han sumido otros en el olvido, sepultados por la arena, la roca o el mar. Algunas lenguas y civilizaciones se han perdido en la memoria. Y hay artefactos cuya existencia nadie parece explicar, ni mucho menos usar.
Podemos concluir que con el fin de cada Era (o el paso del tiempo si no queremos hacer enfadar a algunos predicadores intolerantes) desaparecen civilizaciones y pueblos enteros, se extinguen especies enteras de flora y fauna y se olvidan conocimientos mágicos y tecnológicos. Hay quien busca reliquias de esos tiempos remotos. Hay quien las encuentra por casualidad. Generalmente es una muy mala idea (o muy mal hado, si existe tal cosa) pues lo que no podemos comprender arroja dolor y desazón a nuestras vidas.
Consuetius, Reflexiones e Ideas tras una larga vida. Tablas III a V.
Según copió diligente y humildemente Nauj el Trasio en la bendita laura de Ahj At´m.