Origen de los elfos oscuros

Por María del Águila Ríos Romero (Hiromi)

«Caminamos en la penumbra, siervos de la noche y de las sombras pero nunca más en la oscuridad del alma. Para siempre ya iluminados por el latido azul de Elenne.»

Liundyal cerró con reverencia el lacado libro contemplando el símbolo de la media luna azul en un cuarto creciente en la portada.

            —¿Qué has aprendido de lo leído? — le pregunto Reyla haciendo que centrara su atención en su maestra.

            Los ambarinos ojos de Reyla parecían dos soles en mitad de aquella tez oscura, fina, perfilada y que hacía olvidar a muchos la fuerza que engendraba en su interior por sus rasgos femeninos y dulcificados. Liundyal era algo que no olvidaba nunca, sus huesos daban buena cuento de ello cuando menos se lo esperaba pues Reyla era una maestra exigente.

            —Que tengo que disculparme con Arthwin.

            Reyla asintió despacio mientras buscaba en los ojos de su pupilo la verdad que tras esto se encerraba.

            —¿Y ya entiendes por qué?

            Liundyal suspiró, no iba a dejarle abandonar de aquella forma, Reyla siempre le pedía más de sí mismo, siempre le llevaba hasta el extremo. Le acorralaba ya fuera con su espada o con la dialéctica, no era una de las mejores por nada.

            —Porque Sinae perdió el duelo con Caele Aimterr por culpa de su ego desmedido y por no honrar a su rival merecidamente.

            Reyla estalló en una carcajada sonora al oír aquello haciendo que Liundyal se sorprendiera.

            ­—¿Qué le hace tanta gracia maestra?

            —Te he hecho leer nuestra historia. Cómo la diosa del engaño y las artes oscuras hizo cualquier cosa para seducir al elfo que deseaba, usando trucos, engaños, artimañas sin pensar en nada más que en su ambición.

» Cómo ésta engendró un hijo que separó al pueblo de los elfos. Cómo lo guió con fanatismo para que Sinae, aquella simiente oscura, atrajera cual vórtice a todos los débiles de corazón y cómo caímos en desgracia para Elenne, pero incluso habiéndonos perdido ella tuvo todo el amor del cielo para dejarnos volver, a los que supimos encontrar nuestro error.

»Sin embargo, joven Liundyal, tú en lo que te has fijado es en el pecado de la arrogancia de Sinae y en cómo este le hizo perder el duelo que lo decidiría todo.

            —¿Y acaso eso no es importante?

—Creo que el paralelismo con el duelo que perdiste con Arthwin y tu falta de deportividad está nublando tu juicio para entender la verdadera lección. —comentó la maestra mientras se inclinaba en la silla en mitad de la silenciosa biblioteca. — Si es importante, si lo que estás pensando es en ser el paladín de una diosa oscura.

»Sí, si todo lo que te importa es ganar. Sí, si la única moraleja que sacas de todo esto es a tratar de ser más astuto que el resto y a no ser tú el engañado sino el que engaña.

            La expresión de Liundyal se fue tornando más cetrina, palideciendo en su tez oscura y dilatando sus ojos dorados hasta hacerlo dos perlas negras en su expresión.

            —¿Lo entiendes ahora? — preguntó Reyla poniéndole una mano en el hombro y buscando de nuevo su atención. —La historia de nuestro pueblo, los elfos de la noche, es una de perdón divino. Y a eso es a lo que debemos hacer honor.

            »Eres el mejor de mis alumnos Liundyal, pero el mismo fuego que te empuja a la excelencia en todos los ámbitos, esa misma pasión que te hace destacar y vencer a todos es la misma que puede destruirte y hacerte olvidar que no somos nada sin ese perdón.

            »Tenemos memoria para recordar lo que nos hizo grandes pero también lo que nos hizo caer.

            —No quería… —musitó avergonzado el muchacho.

            Reyla sonrió y le dio un par de palmaditas en el hombro.

            —Lo sé, muchacho, lo sé.

            Reyla señaló la portada del libro con el dedo y le dio golpecitos señalándolo sobre la tapa.

            —Por eso mañana te examinaré de esto.

            —¿De todo el libro? —se atragantó Liundyal.

            Reyla se rió.

            —Ya te lo he dicho, joven Liundyal, hay que tener memoria.

           [cabecera: De Unknown scribe – https://www.nlm.nih.gov/hmd/breath/breath_exhibit/MindBodySpirit/IIBa18.html, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1606171]

2 thoughts on “Origen de los elfos oscuros

  1. Buenos días

    Ya he leído este relato. Me ha parecido una forma interesante de introducir hechos históricos de un pueblo de una forma novelada.

    Me gusta también que tenga cosas que ver con los juegos de rol.

    Un saludo.

    Juan.

    1. Gracias!! Queríamos poner una intro más novelesca a lo que luego serán datos clásicos de manual para que fuera más ameno de leer!

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