Según ellos mismos, vienen de un sistema cercano a lo que los científicos terrestres han llamado Eta Carinae, por lo que les convierte en unos vecinos relativamente cercanos del sistema solar, un par de cientos de millones de kilómetros arriba o abajo. Por lo poco que han contado, los Arnotari son una de las razas que han evolucionado en su sistema natal, pero no los únicos, aun así, son una especie con más de 5000 años de evolución y esto se nota no solo en su comportamiento también en sus aptitudes.
Los Arnotari están fuertemente ligados a sus costumbres y creencias, estas creencias son más bien sociales que religiosas, para ellos la religión ha sido un lastre del que pudieron desprenderse cuando comenzaron sus primeros viajes interestelares. Son seres analíticos y calculadores debido al increíble desarrollo cerebral y son plenamente conscientes de la extinción que les amenaza, que son una especie moribunda si no hacen nada al respecto.
La Fisionomía de los Arnotari
Físicamente, los Arnotari son muy parecidos a los humanos, su estatura media es prácticamente la misma, pero las principales diferencias exteriores es que la piel tiene cierto tono violáceo y la ausencia completa de vello. Si es cierto que el cráneo es un poco mayor y que sus ojos suelen tener el iris de colores un poco más extraños que van desde el violeta hasta el amarillo y en casos muy raros incluso el rojo. Todas estas diferencias en manos de alguien que sepa lo que haga, puede hacer pasar a un Arnotari por un ser humano.
Sin embargo, las verdaderas diferencias están dentro. Según los estudios de los médicos forenses que han podido acceder a un cuerpo, han podido descubrir cosas muy interesantes sobre el interior del cuerpo de estos alienígenas.
Para empezar, los análisis de sangre realizados a los pocos individuos que se han prestado a ello han revelado que su sangre puede tener diferentes colores, dependiendo de un componente que forma parte de sus células sanguíneas, los investigadores piensan en el cobalto. Aunque sus hematíes son básicamente iguales a los humanos, ya que usan el hierro para fijar el oxígeno y transportarlo a lo largo de todo el cuerpo y es lo que le daría el característico color rojo a la sangre humana. En el caso de los Arnotari el cobre presente en sus células sanguíneas le dan un color violáceo y en casos de alta concentración un color azul intenso. También se ha averiguado que la sangre Arnotari es totalmente compatible con la sangre humana y que se puede catalogar dentro de los mismos grupos sanguíneos humanos. Aunque por ahora no se ha realizado ninguna prueba al respecto se ignora si esta alta concentración de cobalto puede o no afectar al ser humano. Respecto a la estructura ósea es muy parecida a la del ser humano, aunque un poco más flexible, por lo que las fracturas son menos frecuentes ya que es necesario un golpe o una torsión con mayor fuerza.
Visualizando los órganos internos lo que más ha llamado la atención es la existencia de un sistema cardiaco doble que comparten la función del bombeo sanguíneo. Esto no sólo hace más eficiente el sistema circulatorio, también les provee de un sistema de refuerzo por si uno de ellos falla. Respecto al resto de los órganos han identificado los mismos que se encuentran en el ser humano y lo más sorprendente, están situados en posiciones muy parecidas. Su estómago es más pequeño pero su intestino es casi metro y medio más largo, haciendo que con menor ingestión de alimento la eficiencia sea mayor. Tras analizarlo han determinado que es el sistema digestivo de un carnívoro convertido en omnívoro como el hombre.
Pero lo que más destaca sin duda alguna ha sido el estudio del cerebro. Es de mayor tamaño y con una cantidad de pliegues mucho más numerosa. Los científicos humanos creen que esto les da la posibilidad de tener un uso óptimo de su cerebro por encima del 70%. En la base del cerebro han encontrado dos órganos extraños de los cuales desconocen su utilidad real, pero no parece ser un vestigio del pasado evolutivo, sino algo desarrollado y de uso continuado. Los Arnotari que han colaborado en estas investigaciones dicen que a uno lo llaman Iruse y que forma parte de su comunicación. El Iruse básicamente es el órgano que se encarga de enviar y recibir algún tipo de información telepática entre los Arnotari, quizá por ello estos alienígenas son tan callados, ya que entre ellos la comunicación verbal no debe ser tan necesaria. El otro órgano lo llaman Satra y es el centro de su sistema inmunitario. Según han dicho, este órgano se encarga de almacenar toda la información física del alienígena y que no solo provee las defensas frente a enfermedades, también se encarga de producir las células necesarias para la curación de las heridas e incluso de regenerar tejido perdido. Esto ha abierto nuevas vías de investigación para la regeneración de miembros perdidos o de órganos para la medicina humana.
Sin embargo, lo más sorprendente son los resultados genéticos. No solo revelan que están claramente más evolucionados que los humanos, sino que las dos especies son totalmente compatibles genéticamente hablando, lo que permite la hibridación entre ambas especies.
Especie en vías de extinción
Los Arnotari se mueren, lo saben y comenzaron a buscar algún modo de evitar que eso sucediera, pero han descubierto que eso es imposible. Nunca han sido un pueblo numeroso y la imposibilidad de incorporar material genético renovado en sus líneas de sangre los ha llevado a la endogamia que será la que termine con su especie. Desde hace cuatro siglos, según el tiempo en la Tierra, han recorrido muchos sistemas solares y buscado entre las poblaciones locales algo que los pudiera mantener con vida y su búsqueda ha sido infructuosa hasta ahora.
Descubrieron a la humanidad hace apenas un siglo, y tras realizar varios estudios determinaron que la compatibilidad genética sería suficiente para poder realizar cambios en su propio ADN que pudiera extender su vida como civilización, y arriesgarse a dejar de seguir buscando en el resto de la galaxia.
Cuando comenzaron sus primeros experimentos a la hora de añadir partes del genoma humano a su propia estructura encontraron que su sistema inmunológico atacaba a las células modificadas destruyéndolas. Con el paso del tiempo y de los experimentos fuero consiguiendo cambios más estables, pero en algunos casos les hacía vulnerables a las enfermedades humanas, en otras provocaban desequilibrios en la química de su cerebro volviéndoles dementes o agresivos y en los casos más extremos destruían el Iruse. Sin embargo, con cada experimento los científicos Arnotari están cada vez más cerca de conseguirlo, y eso les da la esperanza para continuar con su propósito. A pesar de la gran mutabilidad de los genes del ser humano.