Tras la muerte de la mayoría de los líderes de la resistencia, las grabaciones fueron enviadas a los grupos de hackers para que propagaran los videos, y así fue. Los videos llenaron las redes, cientos de millones de visualizaciones en todos los dispositivos. Los soldados de la paz se movilizaron en busca de las personas que estaban propagando aquellas imágenes, pero no pudieron encontrar a los responsables. Al día siguiente todo calló, los hackers cortaron sus enlaces y los pocos ataques de la resistencia cesaron. Y ese silencio se prolongó durante el resto del año. La población había visto el ataque y creció la desconfianza, pero tenían miedo a la represión. Los Soldados de la Paz aumentaron sus patrullas allí donde estaban presentes y las revisiones de documentación se hicieron más comunes.
Este silencio, no quería decir que la Resistencia hubiera desaparecido, simplemente cambiaron de táctica. En Estados Unidos y en Europa los ejércitos habían desaparecido. Los políticos habían entregado la información sobre las bases a los Soldados de la Paz, pero muchos de los mandos militares hicieron muchos cambios antes de ejecutar las órdenes. Habían ocultado información sobre pequeños cuarteles, cambiado de lugar polvorines y almacenes, incluso habían ocultado antiguos sistemas de comunicación de radio. Ahora toda esta información estaba llegando a las células de la resistencia y se estaban equipando para una confrontación mucho mayor.
Durante el verano del 47, las diferentes organizaciones se comunicaban utilizando las antiguas frecuencias del ejército, y estaban empezando a coordinarse de manera más efectiva. Los líderes dejaban las grandes ciudades con sus equipos y solo permanecían una o dos células inactivas que esperaban sus próximas misiones.
Sin embargo, toda esta actividad pasaba inadvertida para los Soldados de la Paz y los Arnotari, sabían que su pérdida había sido grande y que por el momento estaban desorganizados. Se confiaron. En octubre de 2047 llegó de forma totalmente inesperada un nuevo ataque de la resistencia. Varias células fueron activadas simultáneamente en diferentes lugares. Su objetivo: capturar el mayor número posible de lanzaderas que unían diferentes ciudades con los asentamientos Arnotari. El 12 de octubre los Arnotari perdieron nueve lanzaderas, simplemente desaparecieron de las pantallas de seguimiento. Tras emprender la búsqueda de sus restos solo encontraron a los pilotos y al pasaje. Habían sido desembarcados para que fueran recogidos durante las tareas de búsqueda.
Las personas que pertenecían a las células durmientes seguían con sus vidas cotidianas, cada una de ellas con sus trabajos y quehaceres normales. Los Arnotari de la resistencia situados en posiciones de cierta importancia dentro de embajadas, hospitales, escuelas y centros de transporte preparaban informes para dar acceso a estos lugares a sus compañeros. Poco a poco la resistencia se estaba infiltrando en lugares que antes les era imposible. Ahora, al tener este nuevo nivel de acceso eran capaces de recabar nueva información, conseguir nuevos medicamentos y tener al alcance de la mano tecnología que antes era imposible de conseguir. Si esto fuera poco, su nueva estructura les permitió crear una red para facilitar la deserción de aquellos Arnotari que lo desearan y sobre todo para rescatar a la nueva raza que desde hace años había empezado a aparecer, los hijos de los humanos y los Arnotari.