Todas las naciones del mundo, a excepción de unas pocas, convocaron un referéndum para saber la opinión de la población mundial. En los primeros días de febrero de 2023 fueron apareciendo los resultados. El referéndum fue llamado entre sus detractores como el “Referéndum de la Conquista” y algunos lo llamaron “Sí a la Esclavitud”.
Los Arnotari pusieron una serie de condiciones para su regreso, entre ellas que se les cediera territorio para que establecieran pequeñas colonias, no tenían por qué ser enormes extensiones y nos les importaba en absoluto si eran lugares desérticos y baldíos. Ellos decidirían con quienes establecerían nuevas relaciones comerciales, así como limitar el acceso a la población humana a dichas colonias. Y por supuesto, responderían a las provocaciones y agresiones de la forma que estimaran oportunas.
En contra de lo que opinaron muchos políticos y militares, el pueblo decidió por una amplia mayoría que los Arnotari debían volver, y fue cuando empezaron los verdaderos dolores de cabeza para muchas naciones. Las grandes potencias sabían que alojar en su territorio a alguna de las colonias podría darles cierta ventaja sobre las demás y por ello comenzaron las discusiones sobre cuantos, como y donde se ubicarían estas colonias. Durante semanas los debates en la ONU se convirtieron en discusiones acaloradas, nadie quería perder el pulso de la situación.
Mientras tanto, los Arnotari cansados de la espera decidieron dar un golpe de efecto a la situación, el representante Esola compareció ante la ONU con una lista de territorios, ninguno de ellos tenía un tamaño superior a los 100 Km cuadrados, eran extensiones pequeñas y la mayoría alejadas de zonas densamente pobladas.
Estos pequeños espacios estaban en el desierto de Nevada (USA), Amazonas (Brasil), Sahara (Argelia), Monegros (España), Siberia (Rusia), Tíbet (China) y en Territorio del Norte (Australia).
Tras una breve deliberación, los Arnotari consiguieron la confirmación de la ONU y todos los países designados comenzaron a preparar aquellas extensiones para la llegada de sus nuevos propietarios. Las naves llegaron a aquellas zonas y comenzaron a desembarcar el material de construcción necesario. Así mismo, las embajadas volvieron poco a poco a abrirse a lo largo de todo el mundo y a finales de aquel mismo año se reestablecieron las relaciones comerciales. Pero lo que realmente significaba un cambio eran que ahora los Arnotari podían administrar su propia justicia con aquellos que atentaran contra ellos y sus allegados.
A lo largo de 2024 las nuevas ciudades Arnotari crecieron, más alienígenas descendieron de las naves y muchos humanos afines consiguieron la residencia en las ciudades. Científicos de todo el mundo solicitaron el acceso a las nuevas ciudades, pero solo aquellos que se pensaba que podían aportar se les permitió conseguir la residencia. Pero uno de los aspectos que más preocuparon a muchas naciones fue que en ellas se entrenaban a los nuevos Soldados de la Paz, que después serían enviados a las embajadas como cuerpos de seguridad y como agentes de la ley para investigar todos los casos que atentaran contra los intereses de los Arnotari. Muchos de estos nuevos Soldados de la Paz procedían de los cuerpos de policía y seguridad de todos los estados, y también de los ejércitos, lo cual era muy preocupante para los gobernantes, no solo por su entrenamiento sino también por la incidencia que podían tener a nivel social en las ciudades a las que fueran destinados.
A finales de 2024, se establecieron rutas aéreas que comunicaban las ciudades Arnotari con las más importantes capitales del mundo, pero estas rutas aéreas no eran transitadas por aviones, para ellas se creó una línea especial cuyos vehículos eran lanzaderas de manufactura completamente alienígena, aunque sus pilotos eran humanos. Estos vehículos fueron considerados territorio Arnotari y por ello solo los Soldados de la Paz tenían jurisdicción en ellos para solucionar cualquier problema. Cuando los primeros vuelos de las lanzaderas Arnotari se convirtieron en el objeto más deseado por todas las grandes compañías aéreas, también las potencias mundiales pusieron sus ojos sobre ellos. Estos vehículos eran capaces de realizar sus recorridos en pocos minutos, por lo que sus aplicaciones civiles y militares eran infinitas, pero se dejó muy claro que nadie salvo su personal tendría acceso a ellos en ningún momento. Esto ha llevado a diferentes gobiernos a intentar introducir espías en las ciudades Arnotari, poco se sabe si lo han conseguido o no, o por lo menos ninguno de ellos se ha comunicado con sus superiores.
Sin embargo, aún hay secretos mucho mejor guardados entre estas ciudades y las embajadas, por los que estarían dispuestos a matar o llevar al mundo al desastre.
Continuará en Los Sucesos…