Zahirinia (I): Un poco de historia

Las vastas e impenetrables junglas de Zahirinia son un misterio. Actualmente solo existen dos ciudades conocidas en la llamada Costa Verde. Sus puertos tienen una actividad inusitada ya que esas tierras son el origen de multitud de especias, pieles, frutas y otros productos muy cotizados en otros lugares de Zhirsanaq. Estas ciudades son Ylulsalí y Anphia también conocidas como las Puertas de Zahirinia. Más al norte, ya fuera de la jungla está la ciudad de Izrane.

Breve historia de Zahirinia

Según los cuentos y leyendas, Zahirinia fue la cuna de una antigua civilización ya desaparecida hace cientos o quizás miles de años, nadie lo sabe a ciencia cierta. Sin embargo, muchos restos de aquella antigua civilización siguen presentes en los habitantes de este lugar. Gran parte de la cultura costera mantiene algunas de esas antiguas tradiciones que hicieron de la cultura Zahirin tan importante en su momento.

Se cuenta que hace muchas eras Zahirinia no era como ahora la conocemos, era un lugar con bosques y praderas donde las suaves colinas servían para vigilar los enormes pastos. A lo largo de sus ríos se levantaron enormes ciudades, a cada cual más monumental que la anterior. Era un país próspero y lleno de maravillas convirtiéndose en el lugar de peregrinaje para magos y eruditos de todo el continente. Pero según las leyendas, un día llegó a sus costas una mujer seguida de un gran séquito. Iba ataviada con ropajes caros y vaporosos pero su cara siempre iba cubierta por una máscara blanca, sin decoraciones de ninguna clase. Nadie sabe cómo ocurrió, pero esta mujer contrajo matrimonio con el anciano rey y poco después de la muerte de este, ella gobernó el reino al no tener descendencia.

Siempre aparecía con la máscara y nadie sabía realmente quién era, siquiera sus doncellas más cercanas la habían visto sin portar la máscara. Por ello el pueblo comenzó a llamarla La Reina Sin Rostro. Durante su reinado llegó la maldición, las ciudades comenzaron a enfrentarse entre ellas no solo dialécticamente, también llevaron sus diferencias al campo de batalla, sembrando así el territorio de cadáveres. Tras las guerras llegaron las enfermedades y con ellas el hambre, la desesperación y la ruina.

Llegados a este punto y cuando los habitantes que aún permanecían en el territorio pensaban que no podía ir a peor comenzaron a extenderse rumores de que demonios, espíritus y otros seres habían empezado a vagar por los campos y los viejos bosques quemados. Y así era, la Reina Sin Rostro había desatado oscuras fuerzas que levantaron a los muertos de sus tumbas en busca de la carne de los vivos, espíritus de los fallecidos comenzaron a martirizar a los viajeros, pero lo peor eran los demonios que tomaban posesión de las tierras ahora vacías y explotaban a los pocos habitantes que allí quedaban.

Tras muchos años, el lugar ya no se parecía nada a lo que fue, ahora era un pequeño trozo del infierno sobre Médanon. Pero siempre surge alguien para combatir a los poderes de la oscuridad. En esta ocasión fue una joven sacerdotisa de Lhaurelia conocida como Ciradyl, ella se enfrentó al poder y las huestes de la Reina sin Rostro. A pesar del peligro y de los continuos combates contra demonios y los muertos que salían a su paso, herida de muerte y a punto de expirar se encomendó a la diosa de la vida y ella le respondió. Canalizando todo el poder divino que le fue concedido logro destruir a la reina, pero a un alto precio, su vida era el último poder que necesitaba para lograr su objetivo. Una vez consumidas ambas vidas el poder que se desató en aquel lugar tuvo un efecto secundario posiblemente más poderoso. Las semillas enterradas en el abrasado suelo germinaron de golpe y a una velocidad inusitada. Alimentadas por el poder de la diosa las plantas se lanzaron hacia los cielos en busca de los demonios alados que huían del lugar, las plantas trepadoras se arrastraron por los suelos buscando a los muertos vivientes para destrozar sus cuerpos y hundir sus raíces para alimentarse de ellos. Durante semanas las plantas crecieron y persiguieron a sus víctimas, se extendieron por todo el territorio formando la espesa jungla que existe hoy.

La Reina Sin Rostro

¿Quién era la Reina sin Rostro? Esta es la pregunta que se hacen muchos de los estudiosos de la historia del lugar, algunos piensan que era un demonio que había sido expulsada del infierno con sus seguidores, otros dicen que era una bruja que había hecho un pacto con alguno de los duques infernales y otros pocos que era una mujer que había sido poseída. Pero ¿Cuál es la realidad?
La Reina sin Rostro en realidad era un súcubo llamada Vath’alith que había alcanzado un gran poder dentro del infierno, los duques infernales la vieron como una amenaza y decidieron que lo mejor sería enviarla al mundo terrenal para iniciar una conquista. Los demonios siempre han pensado en someter el plano primario para así disfrutar de sus placeres, por lo que ahora tenían la oportunidad de deshacerse de una competidora y de paso abrir un portal a su mundo deseado.

Vath’alith contrariada por la decisión de los duques prefirió ver la situación como una oportunidad. Ya tenía bastantes seguidores en el infierno, así que eligió a algunos de ellos para que la acompañaran a Zhirsanaq y de paso instó a los brujos con los que tenía pactos para que pasaran a formar parte de su séquito una vez llegara. Fijó su objetivo en Zahirinia pues su rey era viejo y sería fácil de camelar, y no se equivocó.
Una vez conseguido su objetivo abrió el portal al infierno e hizo venir por él a sus seguidores, dejando atrás a las huestes de los duques. Años después como venganza, los duques realizaron un ritual para que la esencia de Vath’alith no pudiera regresar en caso de que su cuerpo fuera destruido fuera del infierno. Esto resultó fundamental para su posterior derrota frente a Ciradyl.

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